Para trabajar en un programa de salud integral necesitamos tener una actitud positiva ante los diferentes tipos de enfermedades que puedan afectarnos en nuestra vida. Esta actitud se compone de algunos aspectos:
1.- No preocuparse por la enfermedad, significa que debemos permanecer ecuánimes ante cualquier situación imprevista que se nos presente, para poder pensar y actuar en forma más satisfactoria.
2.- Poner la atención en la salud, concentrarnos en el trabajo de recuperación de la salud, sin ansiedad por los resultados, sabiendo que si hacemos lo correcto los resultados serán positivos.
3.- No luchar directamente contra los síntomas, sino acrecentar la vitalidad de nuestro cuerpo-mente en general, siguiendo un programa de salud integral, adaptado a nuestras necesidades personales.
4.- No tener miedo, el temor debilita y perturba los procesos curativos naturales del organismo; tener confianza en los mecanismos de recuperación que la naturaleza sabiamente activa si cooperamos con ella.
5.- No resistirnos, soltarnos, aflojar las tensiones innecesarias que más nos dañan que benefician; aprender a abandonarnos en la protección y en las bendiciones de las fuerzas curativas que estamos invocando con nuestro trabajo sincero.
6.- Reconocer la realidad, aceptar lo inevitable; entender que a través del dolor nos purificamos y soltamos pesadas cadenas que nos impiden nuestra liberación espiritual, la enfermedad puede ser un medio de crecimiento y desarrollo personal, cuando mantenemos una actitud positiva ante ella.
7.- Desear el cambio, trabajar intensamente por ello para alcanzar la armonía integral: física, mental y espiritual. Saber esperar, tener paciencia porque los mecanismos naturales llevan su propio proceso de desarrollo. Buscar la paz interior en todo momento.