Las diferencias de género en cuanto a la forma de vivir la sexualidad han disminuido en los últimos años; pero aún existen algunas actitudes y conductas diferenciales entre hombres y mujeres, como son las siguientes:
En el pasado, la sexualidad marital estaba condicionada por concepciones negativas tales como la reducción del sentido de la sexualidad a la procreación; la existencia de una doble moral para el hombre y para la mujer; la ruptura entre amor y sexualidad, la negación del placer sexual a la mujer por el elevado número de hijos, por la falta de métodos anticonceptivos y el consiguiente miedo a los embarazos no deseados.
En la actualidad, sin embargo, aún se aprecia que en muchos casos la rutina, el aburrimiento y el desinterés son causa de deterioro en la vida sexual de las parejas casadas. En cuanto a los solteros, contra lo que se supone generalmente, las investigaciones arrojan que un número importante -entre 3 y 15 %- no llegan a tener nunca relaciones sexuales, con motivo de una decisión personal o por diferentes dificultades físicas o sociales, y entre los que tienen relaciones sexuales, estas son poco frecuentes, en un número muy importante de ellos.