Nuestra mente juega un papel fundamental en nuestra vida diaria. ¿Qué tipos de pensamientos podemos detectar cuando sentimos y padecemos este miedo a hablar en público, a intervenir en cualquier contexto cotidiano? Algunos de ellos pueden ser:
a) Anticipo consecuencias desfavorables y negativas, antes de emprender la tarea de hablar en público:
Los demás pensarán que sólo digo tonterías, que lo que comento es muy obvio y se reirán de mí...
b) Evalúo negativamente esta situación de hablar:
Odio expresarme en voz alta, es horrible y monstruoso hablar, no me gusta nada...
c) Realizo una valoración negativa de mí mismo, reprochándome mis escasas o nulas capacidades:
Nunca sabré hacerlo, no soy capaz.
d) Absolutizo mi fracaso:
Lo hago todo mal y no podré nunca aprender; si intervengo va a salir desastroso; mejor quedarme callado y no participar, porque si meto la pata con algo, será todo un horror...
e) Obsesión por las reacciones fisiológicas o psicosomáticas:
Me estoy poniendo nervioso y los demás se van a dar cuenta. Seguro que los demás ven cómo me están temblando las piernas detrás de la mesa.
Estoy convencido de que se van a reír de los tics que hago con la boca o con la ceja. Se estarán fijando constantemente en cómo me tiemblas las manos o cómo estoy sudando...
f) Evitación o voluntad de escapar de la situación estresante:
Estoy deseando que esto termine cuanto antes. Iré más rápido para acabar pronto y pasar peor rato.
¡Quiero desaparecer, evaporarme, que nadie me mire más ni note que estoy aquí...!
g) Generalización de las situaciones anteriores de fracaso:
Recuerdo la primera vez que hablé lo mal que lo pasé. Seguro que va a ser siempre así.
Nunca lo voy a superar. Ahora estoy cogiendo miedo hasta ir a escuchar una conferencia.
Me pongo nervioso de pensar lo mal que se pasa...
h) Utilización de comparaciones dañinas y destructivas.
No llegaré nunca a hablar como fulanito. No podré persuadir y convencer como menganito.
Si tuviese la capacidad y la habilidad de zutanito...
i) Agrando o disminuyo un detalle de la intervención.
En cuanto me trabé la lengua con aquella expresión del principio, ya no pude centrarme, me puse nervioso/a y fue todo un desastre.
j) Síntomas de culpabilidad que atenazan
Si fuese diferente a como soy, seguro que lo haría mejor.
k) Sometimiento a las etiquetas que el entorno social pone.
Siempre he sido considerado/a algo torpe para expresar bien mis ideas.
l) Sobrerresponsabilización de fallos de otros.
Fracasé con la intervención porque se oía muy mal y nadie me entendía.
Los micrófonos no los supe utilizar.