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Enfermedades y trastornos
Aproximación a la codependencia.

El concepto de codependencia comenzó a ser utilizado en los años setenta cuando se investigó el perfil psicológico de aquellas personas que tenían una relación directa e íntima con un alcohólico. El concepto se profundizó en su comprensión, definiendo al codependiente como aquella persona que se dedica a cuidar, corregir y salvar a un drogodependiente, involucrándose en sus situaciones de vida conflictivas, sufriendo y frustrándose ante sus repetidas recaídas, llegando a adquirir características y conductas tan erróneas como las del propio adicto. Sin embargo, actualmente el concepto de codependencia tiende a ampliarse aún más, y comprenderse como un grave problema que deviene de estar obsesivamente involucrado en los problemas de "otras personas". Estas personas con quienes el codependiente se relaciona de manera adictiva, pueden ser personas con dependencias adictivas, con enfermedades crónicas de carácter orgánico o trastornos crónicos de tipo psicológico-emocional.
Los codependientes se caracterizan por estar tan preocupados y absortos en tratar de rescatar, proteger o curar a otro, que en el proceso encaminan sus propias vidas hacia el caos. La conducta codependiente se caracteriza por tener un efecto contraproducente lesionado tanto al "ayudador" como al ayudado.
La expresión sintomática del codependiente se caracteriza por la necesidad de tener el control sobre el otro, por una baja autoestima, por un autoconcepto negativo, por la dificultad para poner límites, por la represión de sus emociones, por hacer propios los problemas del otro, por la negación del problema, por ideas obsesivas y conductas compulsivas, por el miedo a ser abandonado, a la soledad o al rechazo, por su extremismo (son demasiado irresponsables). Además se siente víctima porque sacrifica su propia felicidad, tiene dificultad para la diversión y se juzga sin misericordia.

~~Sin embargo, la sintomatología caracterizada por estar focalizado en otro de manera obsesiva y controladora, tiene su contrapartida, la pérdida del cuidado y la preocupación por uno mismo. Es decir nos volvemos codependientes cuando evitamos ponernos en contacto con nuestros propios problemas emocionales, y no asumimos la responsabilidad por el cuidado de nosotros mismos y de nuestro bienestar, volcando la atención sobre las necesidades de otras personas. Los codependientes suelen estar tan preocupados por los otros, que llegan a negar su verdadero sí mismo y no consiguen saber quiénes son en realidad.

Cuando nos concentramos demasiado fuera de nosotros mismos, perdemos contacto con aquello que está dentro de nosotros: nuestras creencias, pensamientos, sentimientos, decisiones, elecciones, experiencias, deseos, necesidades, sensaciones, intuiciones, experiencias inconscientes, y aún aquellos indicadores del funcionamiento de nuestro cuerpo, como el ritmo cardíaco y respiratorio. Estos y otros elementos son parte del exquisito sistema de retroalimentación que podemos llamar nuestra vida interna. Nuestra vida interna es la parte más importante de nuestra conciencia. Y nuestra consciencia es quien somos nosotros, nuestro verdadero sí mismo.
El rasgo más distintivo de una familia generadora de adicción es que deja sin satisfacer las necesidades de dependencia de sus hijos. Estas necesidades normales en la niñez, no se ven satisfechas debido a que los padres no pueden hacerse cargo de ellos por distintos motivos (enfermedad física, mental, adicciones, ausencia física). En esta situación, los niños se ven obligados a depender y cuidar de sí mismos, hacerse cargo muchas veces de sus hermanos, cuando no de sus padres. De esta manera se genera un personaje niño-adulto, prematuramente enfrentado con responsabilidades que superan sus posibilidades emocionales.
Este niño-adulto recurre a algunos mecanismos que son los que luego definen el perfil codependiente: negación (de sus propias necesidades emocionales) omnipotencia, perfeccionismo, control, etc. Cuando este niño llega a la vida adulta, nos encontramos con el adulto-niño que ha desarrollado una cantidad de recursos para hacerse cargo, satisfacer las necesidades, y/o controlar la vida de los otros, mientras permanece enajenado de sí mismo.


Álvaro Rojo