Podríamos decir que la televisión produce una simplificación de la realidad. Algunas de sus características más negativas serían:
- La televisión impone un discurso simple con muchos adjetivos y pocos argumentos, sencillo de asimilar y poco razonable. Se trata precisamente de eso, de buscar una estabilidad emocional y nunca racional. Esto, en los niños que apenas pueden establecer un mínimo significado a sus emociones, produce consecuencias desastrosas.
- Adula al espectador y mientras establece gratificaciones inmediatas, sin explicar los procesos. Importa la inmediatez de los actos y las recompensas, no el esfuerzo para conseguirlas.
- Distorsionas o convierte en espectáculo cualquier tipo de alternativa a la representación social establecida.
- Ejerce una gran influencia en el desarrollo social y moral de los niños, de modo que:
+ La televisión tiende a moldear los valores sociales que la sociedad ha transmitido durante generaciones, en función de sus intereses, es decir, en función de los grupos de poder que manejan las grandes cadenas.
+ Cada vez se promueven más los valores hedonistas y materialistas propios de la sociedad consumista en la que vivimos: influyendo de forma directa en los hábitos de consumo y de relación entre los ciudadanos.
+ La violencia tanto implícita como explícita que se presenta en la televisión puede conllevar efectos dramáticos en las relaciones interpersonales que establecen los niños.
+ Las conductas antisociales que vemos en muchas películas y programas de moda tienen un efecto devastador en las actitudes de nuestros jóvenes hacia otras clases sociales o hacia sus propios compañeros.
+ Por último, respecto al sexo, la televisión pone al descubierto la vida privada de los adultos. Se promociona un sexo recreativo, como diversión y sin responsabilidad. No se educa en sexualidad responsable, porque la televisión no racionaliza.