Voyeurismo: puede considerarse como la forma sexualizada de la curiosidad, convirtiéndose esta curiosidad como fin en sí. Su característica esencial implica el hecho de observar ocultamente a personas, por lo general desconocidas, cuando están desnudas, desnudándose o en plena actividad sexual, sin ser él visto.
El acto de mirar se efectúa con el propósito de obtener una excitación sexual y por lo general no se busca ningún tipo de relación sexual con la persona observa. Sin embargo este orgasmo producido por la masturbación puede aparecer durante el acto de voyeurismo o más tarde como respuesta al recuerdo de lo observado (fantasía de tener una experiencia sexual con la persona observada). El voyeurismo adquiere carácter compulsivo, puede ser pasajero pero frecuentemente es de curso crónico.
Esta conducta es predominante en hombres generalmente heterosexuales. La personalidad de los voyeuristas parece no mostrar rasgos patológicos, pero coinciden con hombres tímidos durante la adolescencia y tienen dificultad en establecer relaciones heterosexuales.
El voyeurismo grave es sólo practicado por hombres y el voyeurismo encubierto es más practicado por las mujeres.
Dentro de la etiología conductual, ésta desviación sexual por lo general comienza en la adolescencia y su inicio va asociado a la excitación sexual después de la observación, tal vez, casual de una mujer desnuda, una pareja durante el acto sexual, etc. Posteriormente el sujeto asocia las fantasías con la masturbación, condicionando la excitación sexual.
Se origina en la necesidad del sujeto de revivir la observación de los genitales o el coito paterno para lograr un control sobre éstos; además, consigue la evidencia de que no es castigado con la castración debido a la contemplación. Representa un desafío para el individuo, porque intenta evitar el sentimiento de culpa. Evita la dependencia frente al objeto sexual y las implicaciones de esta, además de expresar el odio hacia el objeto.