- Compromiso. Sin compromiso no se va a producir el cambio, y sin cambio no hay coaching. No se puede dejar que el paciente salga de la consulta comentando que ya lo intentará, porque intentar no significa nada. La gran parte de los fracasos se producen porque no se ha delimitado bien la meta, ya que es demasiado difícil, se ha ido demasiado rápido o porque solo se han quedado en las intenciones.
El compromiso con otra persona siempre es más poderoso que con uno mismo. Tras esta fase es conveniente que el coach haga un resumen de todo lo que se ha hablado: definir lo que va a hacer el paciente, cómo y de qué manera, cómo superará las barreras y dará sus primeros pasos. Otra posibilidad muy interesante es que sea el propio paciente el que lo ponga por escrito, se lo lea al médico, y posteriormente se lo lleva a su casa a modo de recordatorio. No obstante, la manera de llevarlo a cabo dependerá de cada caso, pero lo primordial es tener clara la idea del compromiso para la acción.
- Seguimiento. Antes de terminar la sesión, hay que determinar una nueva fecha de encuentro. Entre visitas, también es muy útil el estar en contacto por otros métodos, dependiendo de las posibilidades, para reforzar el compromiso. Se puede acordar que el paciente envíe un mensaje de móvil o un e-mail cuando vaya completando sus acciones. Es importante volver a verse para evaluar su compromiso, de no ser que haya conseguido alcanzar la meta en una sola sesión (muy improbable), y ya no tenga ningún otro. En esta fase se debe estimular y felicitar al paciente, y seguir reforzando todo aquello que la ha ido bien.
Si el médico se despide y no vuelve a citarlo, puede que ambos se queden como antes del coaching, puesto que hay pacientes que cuando se les dice que deben hacer lo cumplen, pero hay otros que quizás no vuelvan y son libres de tomar sus decisiones.
Las habilidades comunicativas son el otro gran pilar fundamental, ya que sin ellas el coaching no funciona. Antes de iniciar la conversación posibilitadora, el coach debe conectar con el paciente: con su forma de ser, con todo lo que le ocurre, entender su mundo y ponerse en su lugar. Tras esta conexión, se habrá ganado su confianza y entonces encontrará la más eficaz manera de ayudarlo a conseguir que mejore. Las habilidades comunicativas básicas son:
- La escucha.
- La empatía.
- Las preguntas.
- El feed-back.
La escucha es la primera habilidad que el coach debe conocer y practicar. Aunque a veces parezca que sabemos escuchar, en ocasiones estamos más pendiente de otras cosas mientras alguien nos habla, o estamos más pendientes de lo que vamos a contestar. Pero a todo el mundo le gusta que le escuchen atentamente, y eso mismo debe aplicarlo el coach con sus pacientes. Existen cuatro niveles de escucha:
+ Superficial: una persona habla y el otro está ausente, porque no está interesado en lo que está oyendo. Por ejemplo, cuando se está en una clase aburrida.
+ Participativa: cuando dos personas charlan a la vez y se encuentran más pendientes de la respuesta que van a dar que de lo que el otro dice. Por ejemplo, cuando estamos con un amigo que es charlatán como nosotros.
+ Atenta: cuando se es capaz de realizar un resumen de lo que el otro ha dicho. Por ejemplo, cuando escuchamos a un paciente que nos cuenta sus síntomas.
+ Completa: cuando además de las palabras se captan sentimientos y emociones. Por ejemplo, en psicoterapia es muy importante fijarse en el lenguaje extraverbal.