En las decepciones clínicas con los pacientes se presentan dilemas éticos que muchas veces tienen que ver con las medidas para un tratamiento de sostén en la vida en los pacientes crónicos y en pacientes terminales, en estas situaciones es preferible comprometer al mismo paciente si es posible y a la familia o sus representantes legales.
El código de ética médica define los principios ético-morales que deben caracterizar al médico y se destaca la importancia de realizar una buena comunicación médico paciente.
Los médicos siempre deben ser profesionales sin olvidarse que su relación con el paciente tiene que ser siempre afectuosa. A veces los pacientes dificultan la comunicación en la RMP, olvidan las historias de sus enfermedades no informan de todos sus síntomas, ocultan lo que no les conviene decir, no piden aclaraciones cuando no entienden parte de los que les dicen y lo más común es que nunca manifiestan su desacuerdo con el plan de estudio ó tratamiento que se les proponen y simplemente no lo siguen.
Lo primero que debe hacer el médico es escuchar al paciente, que le permite conocer a la persona que es el paciente, y al mismo tiempo que el paciente se encuentre a un médico que lo escucha con atención y afecto, da origen a una relación de confianza y cooperación además de que el acto en sí ya es terapéutico. La comunicación verbal es el lazo de unión más importante en la RMP.
Los pacientes tienen el derechos de ser informados ampliamente de su estado de salud y del aspecto médico de su condición, de la terapia médica propuesta con la indicación de los recursos potenciales y de los beneficios de cualquier terapia y de las alternativa posibles a la terapia propuesta, indicando también cuales pueden ser las consecuencias si falla el tratamiento, el diagnostico, el pronóstico y la evolución de la terapia.
La comunicación del paciente debe hacerse de manera apropiada, de forma que éste pueda comprender fácilmente evitando el uso de terminologías demasiado técnicas y poco comprensible, sin embargo, en nuestro medio es demasiado frecuente escuchar la queja de nuestros colegas médicos de que la carga de trabajo o número de pacientes a atender por consulta (que se les imponen) no permite encontrar el tiempo suficiente para establecer la comunicación adecuada con sus pacientes.