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Dietas
Dieta Mediterránea.
La dieta mediterránea es una de las dietas más laureadas en el mundo. Incluso ha recibido el premio de Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Esto se debe a que se ha observado durante años que los países mediterráneos tienen menor incidencia de enfermedades cardiovasculares en relación a otros países.

En la cuenca del Mediterráneo utilizamos legumbres, frutas y hortalizas bañadas en aceite de oliva; aceitunas como snack, frutos secos y pescados; tomando con más moderación las aves, huevos y productos lácteos.  Comemos esporádicamente carnes rojas y grasas, y es común un consumo moderado de vino.

 

A pesar de que a lo largo de los años nuestra dieta ha sido premiada, en la actualidad la estamos perdiendo. Hace unos años se produjo una disminución importante del consumo de cereales y legumbres, aumentando nuestro consumo en grasas y carnes rojas. Por motivo de la crisis esta disminución está siendo suavizada (las legumbres son baratas) y retomamos poco a poco nuestra famosa dieta.

Diferentes países están tomando como referencia nuestra dieta. Consumen aceite de oliva, aumentan el consumo de pescado, alta ingesta de fruta y verduras frescas, moderado consumo de alcohol (principalmente en forma de vino) y, como hemos comentado antes, alto consumo de cereales y legumbres.

 

Las características de la dieta nos proporcionan un “seguro” para prevenir enfermedades cardiovasculares. El aceite de oliva por ejemplo disminuye los niveles de  LDL – colesterol (colesterol malo). Aumenta los niveles de HDL – colesterol (colesterol bueno), además de proporcionarnos antioxidantes. Todo ello disminuye el riesgo de trombosis y mejora la presión arterial.

El pescado nos proporciona ácidos grasos poliinsaturados (AGP) de la familia Omega 3, además de proteínas de alto valor biológico, minerales y vitaminas.

Las frutas y verduras nos proporcionan gran cantidad de fibra soluble, además de hidratos de carbono, minerales, vitaminas y antioxidantes. Uno de los más aclamados es el Licopeno del tomate, que nos protege entre otras cosas de futuros ictus cerebrales.

El alto consumo de cereales y legumbres nos proporciona hidratos de carbono complejos, fibra soluble e insoluble, minerales y vitaminas del grupo B con un bajo aporte en grasa. Éstas aceleran el tránsito intestinal y regulan la absorción de glucosa.

El consumo de vino de forma moderada aumenta el “colesterol bueno” e inhibe la agregación plaquetaria (evita formación de trombos), todo esto relacionado con la prevención de enfermedades cardiovasculares.

 

Debemos volver a la “dieta de la abuela” que tantos beneficios hemos visto que tiene y no tomar costumbres dietéticas erróneas adoptadas de otros países. 


Julia Coto