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Nutrición
¿Desayunando mal toda la vida?

En el mundo de la alimentación influye notablemente la percepción que tenemos de los alimentos. Desde que somos bien pequeños y en el seno de nuestra familia, empezamos a aprender si algunos alimentos son presuntamente saludables, o si por el contrario debemos evitarlos.

Sin embargo, no siempre esta información o imagen que tenemos de los alimentos se corresponde con la realidad. Un buen ejemplo es la concepción social que tenemos del desayuno. Entendido por gran parte de la población como una ingesta prácticamente monótona, que debe ser inmutable día a día, y que para un buen número de personas es sagrado o incluso percibido como una desagradable obligación.

Lo primero que debemos entender es que el desayuno no es obligatorio, y no tiene por qué ser la comida más importante del día. Esto es un mito, en especial si esa presunta “comida importante” está plagada de malas elecciones.

El desayuno puede ser la comida más importante del día si así lo deseamos, y coherentemente se la restamos al resto de ingestas. Lo que es realmente importante es hacer una buena elección de alimentos en él. De nada nos servirá hincharnos a calorías para empezar el día, si estas provienen de alimentos poco interesantes. Y siendo sinceros, es un poco lo que se nos ha inculcado desde hace tiempo.

Es difícil concebir el desayuno sin los cereales “de desayuno”, resulta curioso cuanto más, cómo un alimento está diseñado solo una ingesta. ¿Acaso han seguido un proceso de creación óptima para esa hora del día? Para nada, más bien responde a un proceso de publicidad que ha pretendido que formen parte de nuestro día a día de una manera crónica y establecida.

Son un gran ejemplo de alimento que tenemos asumido que hay que tomar culturalmente, y en realidad no es que sean una genialidad nutricional. Los cereales de desayuno están compuestos por el almidón del grano, es decir azúcar complejo, con aún más azúcar añadido.

Su interés nutricional por tanto es bajo, y aún así tenemos la impresión de que son una gran elección para empezar el día. Su alto contenido en azúcar se escuda y maquilla con menciones como “motor del cerebro”, “geniales para arrancar el día” o “la energía que necesitas”.

Desgraciadamente, estas menciones no son ciertas y fomentan un consumo excesivo basado en una publicidad que los ha colocado junto a las galletas en la elección ideal para empezar nuestro día a día.

Los cereales sin azúcar no son tan superfluos, pero lo ideal es que sean integrales. Incluso algunas mezclas de cereales como el muesli, suelen estar azucaradas, por lo que al hacer nuestra elección es muy útil mirar con atención el etiquetado nutricional para ver que no tiene azúcar añadido, y que el grano es integral.

Lo más importante es comprender que no necesariamente hay que desayunar “algo” en concreto. Se nos ha dicho muchas veces que el desayuno ideal eran cereales+leche+fruta. E incluso se ha visto como sano cereales de desayuno con leche y zumo de naranja. Pero como ya hemos explicado eso es una cantidad muy grande de azúcar. Zumo envasado y cereales azucarados no constituyen para nada el desayuno ideal.

Nutricionalmente podríamos desayunar aquello que nos apeteciera, siempre y cuando fuese coherente con el resto de nuestras ingestas. Pero debemos ser realistas y considerar el aspecto social (un guiso no es lo más ortodoxo), por lo que aquí tenéis opciones también válidas, y aceptadas culturalmente:

Yogur con fruta y frutos secos.

Tostada integral con tomate, queso, aguacate, atún…

Huevos revueltos con algo de verdura

Si no queremos abandonar la rutina de tomar cereales de desayuno, sería interesante priorizar la avena, que incluso se puede usar como sustitutivo para otras recetas que tenga como base harina de trigo.

Si queremos llevarnos algo para beber en el transporte público: un batido casero, con leche y frutas. Por supuesto, los batidos caseros distan cualitativamente mucho de los comerciales y convencionales, donde se suele usar mucho azúcar y a veces zumo comercial, que por supuesto no recién exprimido y está desprovisto de la pulpa. ¡Se tarda 1 minuto en prepararlo con una batidora! ¿Por qué no te animas?


Aitor Sánchez