En España en la actualidad existe un gran porcentaje de obesidad infantil. Éste es un gran problema de salud pública, ya que durante la infancia forjamos las bases para los buenos hábitos, tanto en educación como alimenticios.
La infancia es una edad difícil en la que se requiere un especial esfuerzo por parte de los padres y educadores. No sólo vale con saber qué alimentos deben de consumir los niños, si no que hay que adecuar las cantidades a la edad e introducirle nuevos sabores para conseguir una dieta equilibrada y variada.
Hay que pensar que el niño pasa de consumir purés y papillas a consumir alimentos sólidos, con lo que conviene prestar gran atención al iniciarle en el proceso de masticación y utilización de utensilios de mesa: cubiertos, vasos, etc.
Se deben emplear con moderación condimentos como ajo, cebolla y hierbas aromáticas para que el niño se acostumbre al sabor real de los alimentos. Asimismo se debe intentar evitar conductas alimentarias caprichosas y monótonas, desarrollando preferencias y aversiones.
El menú debe ser variado en platos, sabores, texturas, consistencias y colores, para introducirle poco a poco características organolépticas nuevas (olores, sabores).
La inapetencia hacia los alimentos es un problema que sufren la mayoría de las madres, puesto que los niños tienen una disminución de apetito normal a su edad. Para evitarlo se recomienda fraccionar las comidas en varias tomas de menor volumen, ofrecer líquido entre horas y no durante las comidas y enriquecer los platos para que sean más nutritivos (quesitos, claras de huevo, leche).
Es importante tener un horario regular en las comidas, no saltarse ninguna de ellas ni alargar en exceso la duración de éstas.
La comida de los niños es más beneficiosa si se realiza en común. Evitar que el niño coma solo y viendo la televisión.
Un error muy común es emplear alimentos como premio o castigo. Esto nos conduce a caprichos, rechazo o aversión por ciertos alimentos.
Otro punto importante es no saltarse nunca el desayuno, y debe consistir en lácteo, cereal y fruta.
Un truco para mejorar la alimentación de nuestros hijos es cocinar con ellos, y que ellos ayuden a la elaboración y a la preparación de la mesa.