Los purés de verduras suelen asociarse con carnes rojas y blancas a partir de los seis meses, con la única condición de que sean poco grasas, estén cocidas o asadas: pollo sin piel, pavo, ternera.
Se deben evitar alimentos ricos en nitratos (espinacas, acelgas, remolacha, nabos, coles) son susceptibles de convertirse en nitritos y pueden ocasionar cuadros de metahemoglobinemia (asfixia y azulamiento de labios del bebe).
Entre el noveno y el doceavo mes se debe estructurar la alimentación en desayuno, almuerzo, merienda y cena.
Los pescados se suelen introducir a partir del décimo mes, dejando los pescados azules (más grasos) para el decimoctavo mes ya que son alimentos más alergénicos (producen mayor cantidad de alergias) también cocidos o asados.
Se deben dejar para después del primer año de vida del bebé los alimentos más alergénicos como son: las fresas, melón, frambuesas, moras, melocotón en el caso de las frutas; el yogur y quesos no grasos en el caso de los lácteos.
El huevo debe comenzar siempre por introducirse primero la clara, después se le añade la yema siempre cocida y no más de media yema a la semana e ir aumentando.
También es importante ir variando las texturas de los purés a lo largo del primer año para adaptarse al desarrollo de la masticación y de las mecanismos sensoriales de los bebes. Se comienza con caldos, a continuación purés muy triturados y después purés con más textura pero hacerlo paulatinamente para evitar rechazos.
Evitar cereales preparados con elementos muy dulces como la miel o el cacao (12 meses) para no acostumbrar la bebé a un exceso de azúcares que le repercutirá para toda la vida.
Si existiera un rechazo a algún alimento se recomienda no insistir aunque se puede volver a intentarlo a la semana siguiente.
En cualquier caso no debemos hacer cambios en la alimentación de nuestro bebé sin consultar con su pediatra. Él nos asesorará y tiene la última palabra.